El submarino, vieja gloria de la marina soviética del comienzo de la Guerra Fría, que posteriormente sirvió como museo de la empresa Foxtrot en el puerto de Den Helder (Países Bajos), y acabó siendo vendido a un particular para su uso en fiestas, como el fesitival Over het IJ de Ámsterdam, pero también aguarda su turno para ser desguazado y vendido como chatarra.