Registán —que significa «lugar de arena»— era el centro neurálgico de la antigua ciudad de Samarcanda, una plaza pública donde la gente se congregaba para oír las proclamaciones reales, anunciadas a través de tuberías de cobre enormes llamadas «dzharchis», así como también era el lugar donde se realizaban las ejecuciones públicas. Está rodeada por tres madrazas (escuelas islámicas) de una arquitectura islámica distintiva.