Por motivos de trabajo me encuentro desplazado dos semanas a Nairobi, Kenia. Si bien no me apetecía mucho venir, y sabía que me iba a comer —me estoy comiendo— un buen marrón, tenía que hacerlo por motivos laborales.
El caso es que después de haber visto a toda la gente que trabaja en el sector servicios, increíblemente amables y serviciales todos ellos —hasta el punto que roza lo absurdo, te quitan el plato de la mesa si te levantas al bufé a coger algo más— y también a mi taxista que hasta me llevó a su casa, alejada unos 35km de Nairobi, donde la gente me miraba como si no hubiesen visto un blanco en su vida, pensé que las sugerencias de la Lonely Planet eran algo exageradas.
Dice la guía Lonely Planet (ed. 2006) «Nairobi is commonly regarded as the most dangerous city in Africa, beating stiff competition from Johannesburg and Lagos». Y acabo de descubrir por qué.
En los parques nacionales de Kenia muchos animales jóvenes acaban huérfanos por diversos motivos (cazadores, muerte natural, accidentes, luchas...) El centro David Sheldrick cuida de los que la comunidad localiza dentro de los parques. Cada uno de los elefantes o rinocerontes del parque consume unos diez litros al día de una leche especial traída de Reino Unido, y que viene a costar entre 20 y 30 euros por elefante al día.
Este último mes he estado de vacaciones en Croacia y en Bélgica. Hemos hecho un tour por diversas ciudades en ambos países; cada viaje con dos grupos de personas diferentes.
Me llama mucho la atención la cantidad de turistas españoles que me sigo encontrando por ahí, especialmente con la crisis y sabiendo que ambos países son caros, en especial Bélgica, aunque la verdad es que Croacia también nos ha salido por un pico, sobre todo teniendo en cuenta que llegar no es barato precisamente.
En cualquier caso, me llamó la atención dos grupos de españoles que nos encontramos en Split y en Pag (la Ibiza de Croacia). El primero eran críos que, según dijeron, estaban de interrail por Europa, y llevaban ya varios días en Split. De unos 18-20 años, gastando pasta a mansalva. Saquen sus conclusiones acerca de ellos.
El segundo grupo eran nuestros vecinos en el hostal/hotel de Pag. Los típicos que llevan la bandera de España hasta tatuada en el pene. Botellón en la habitación, voces, más voces y golpes. El último día nos despertaron a las 6 de la mañana, tras haberles pedido que bajasen el tono. Entraron en la habitación a golpes, voces, y varios «!ESPAÑA, ESPAÑA¡», «Yo soy español, español, español...», «Dios bendiga a España» y alguna voz más. Tras ello, porque ellos lo valían, comenzaron a aporrear la pared junto a la nuestra. Estarían matando mosquitos, o quizá dando por culo por haberles llamado la atención antes.
Espero que los del hostal/hotel les dijesen algo tras nuestra pequeña queja, ya que nos molestó bastante la falta de forma de estar de estos individuos. Eso sí, algo mayores que los anteriores, de unos 23 añitos.
Por último, en Bélgica el tipo de turista que me he encontrado ha sido mas bien más mayor, de unos 40-50 años. Las dos anécdotas con las que me quedo son:
Seguimos sin saber estar y sin saber hablar inglés.
Me dijeron que Zadar tenía la puesta de sol más bonita del mundo, me pregunto cuántos sitios dirán lo mismo de sus puestas de sol.
Algún día escribiré acerca de este castillo en Turismo Google, está muy cerca de Praga y merece una visita de medio día.