Por motivos de trabajo me encuentro desplazado dos semanas a Nairobi, Kenia. Si bien no me apetecía mucho venir, y sabía que me iba a comer —me estoy comiendo— un buen marrón, tenía que hacerlo por motivos laborales.
El caso es que después de haber visto a toda la gente que trabaja en el sector servicios, increíblemente amables y serviciales todos ellos —hasta el punto que roza lo absurdo, te quitan el plato de la mesa si te levantas al bufé a coger algo más— y también a mi taxista que hasta me llevó a su casa, alejada unos 35km de Nairobi, donde la gente me miraba como si no hubiesen visto un blanco en su vida, pensé que las sugerencias de la Lonely Planet eran algo exageradas.
Dice la guía Lonely Planet (ed. 2006) «Nairobi is commonly regarded as the most dangerous city in Africa, beating stiff competition from Johannesburg and Lagos». Y acabo de descubrir por qué.
En los parques nacionales de Kenia muchos animales jóvenes acaban huérfanos por diversos motivos (cazadores, muerte natural, accidentes, luchas...) El centro David Sheldrick cuida de los que la comunidad localiza dentro de los parques. Cada uno de los elefantes o rinocerontes del parque consume unos diez litros al día de una leche especial traída de Reino Unido, y que viene a costar entre 20 y 30 euros por elefante al día.