A cuento del Teatro Absurdo de Psicobyte me acordé de una historia sobre otra obra de teatro que representamos hace unos años en Valladolid.
Un grupo de amigos universitarios se junta en un piso, y mientras toman unas copas, divagan sobre temas trascendentales de la vida como la transformada de Fourier, aparece en escena un estudiante de Historia, que, al cabo de unos días, nos mete el gusanillo en el cuerpo de interpretar una obra de teatro.
Se funda la Asociación Quilombo (ya extinta) que se propone interpretar la magnífica obra Arte, de Yasmina Reza, obra que trata sobre unos amigos y su historia con un cuadro, que bien podría ser «Cuadro blanco sobre fondo blanco» de Malevich, ¡viva la deconstrucción!
Aunque en el caso que nos atañe el cuadro es blanco, y si miramos un poquito mejor podemos distinguir unas finísimas líneas, blancas.
El caso es que todo se predispuso para el estreno, pero como esto es teatro algo tenía que fallar. El sistema controlador de iluminación se jodió dos días antes del estreno en la Sala Borja de Valladolid, y servidor estaba encargado de las luces. Así que me tocó operar desde dentro de bambalinas, guiado por unas etiquetas puestas en los botones y las órdenes del director.
Nuestro querido cura Terán, encargado de la sala, no nos hizo ni un mísero descuento por esta avería. Tampoco nos dejó ensayar más que dos veces antes del estreno, cosas suyas, y si no te gusta ya sabes dónde está la puerta.
Y como el teatro es teatro salió estupendamente, los actores y el director recibieron muchos aplausos continuados del público, que no era un lleno, pero sí tres cuartos.
El caso es que se supone que nuestro querido amigo Terán —a estas alturas a lo mejor alguien ya ha notado que no le tenemos mucho aprecio— se encargaba de pagar los siempre todopoderosos Ladrones con la pasta que le pagamos, pero llegó a oídos nuestros que el señor Flotats tenía la exclusiva de representación en España y se había quejado formalmente a EseGeAE Valladolid.
No sé cuánta verdad habrá en ello, fue lo que nos contaron, pero de ser cierto me parece muy triste que uno no pueda representar una obra sin ánimo de lucro (palmamos pasta pagando vestuario, publicidad y sala) y que sólo pueda verla interpretada por unos actores y en un sitio concreto, a esto debería llamarse cultura cautiva, así, en negrita.
Han pedido dinero en representaciones y funciones para minusvalidos, asociaciones de victimas de terrorismo y para los refugiados saharauÃs.
Algún dÃa se les acabará el chollo, y con suerte, la justicia les hará algo por habernos tratado como delincuentes.