Catalogado bajo:
Trastero
Lo soltó:
Aloriel - 18/02/2013 a las 11:40:20
Como buen español que se precie no puedo dejar de criticar cosas, y ya puestos a criticar, vamos a criticar a mi país de acogida.
Eso sí, que nadie piense que soy un desagradecido: si vivo aquí es porque me compensa y lo bueno supera lo malo, pero no por ello voy a dejar de criticar lo que veo que está mal.
De hecho, ya estoy tardando en hacer una lista igual pero de las mejores 5 ó 10 cosas de la República Checa: próximamente en su blog amigo.
- El servicio: creo que es, con diferencia, lo peor del país. Especialmente en Praga, o quizá es muy malo en Praga y no tan malo fuera. El servicio en bares, restaurantes, servicio público y demás es lento, muy lento. Además no es nada agradecido, casi no sonríe, te mira mal, te pone caras... La sensación es que te está haciendo un favor, aunque luego pagas tú la cuenta, claro.
- Los olores de la gente: segundo punto, aunque a veces puede llegar a ser el primero. Creo que es falta de higiene pero me faltan huevos para preguntarle a la gente. Según escribía estas líneas en el metro, me he tenido que separar de un hombre (bien vestido por cierto) que desprendía un olor acre insoportable. Es demasiado común y la peor temporada es el invierno en el transporte público, terrible. (Consultar artículo«Common Scents» en expats.cz.)
- Uso del transporte público: parece que pusieron el transporte público hace dos días porque la gente no sabe cómo usarlo o comportarse en él. Por ser más específico, la gente no sabe cómo usar las escaleras del metro, ocupa tanto la izquierda como la derecha sin moverse (cualquiera que haya vivido en Madrid o Londres sabe que si se pone a la izquierda y no sube las escaleras se lo comen). Tampoco sabe cómo entrar y salir del metro, tranvías o autobuses. No dejan salir a la gente que está dentro, tanto bloqueando la salida del transporte público como entrando antes de que haya salido la gente, también si hay alguien esperando para entrar se ponen delante suyo, como si fuese una competición entrar en el metro/autobús/tranvía. (Tengo escrito un artículo completo sobre el tema pero estoy esperando a documentarlo con vídeos.)
- Comida: cuando vienes de visita la comida puede parecer buena: nuevos sabores, texturas, aromas... pero cuando vives en la República Checa te das cuenta de que la variedad gastronómica es muy escasa y toda la comida tiene un aporte calórico muy grande. Por lo general los extranjeros ganamos peso al tiempo de estar aquí. Además la falta de pescado, en general de productos del mar, se hace dura, muy dura. Por último, pedir que te quiten un ingrediente de la comida es poco menos que imposible. No se pueden «personalizar» los platos.
- Las barras de los bares: en España y muchos otros países (Alemania y Dinamarca al menos —que yo conozca—) la gente usa las barras de los bares para pedir, le dan su consumición y se va. En la República Checa la gente ocupa las barras, con lo que es muy difícil pedir. A esto hay que sumar que los camareros son lentos y se dedican a hacer gilipolleces con las cocteleras y las botellas, con lo que puedes tardar hasta media hora en pedir, si tienes mala suerte.
He estado tentado de incluir cómo te pueden timar los taxis o las infinitas tasas de los bancos (por número, no por cantidad) pero como lo primero es bastante general en muchos países, y lo segundo se está poniendo de moda gracias a la crisis, he decidido dejarlas fuera.
¿Algún otro expatriado cree que me dejo algo?
El punto 3 es de actualidad en Madrid: la gente comienza a pararse en ambos lados de las escaleras mecánicas. Antes siempre había algún caso aislado, pero cada vez se ven más y más casos.
Lo de no dejar salir a la gente de los vagones es ya una constante: he llegado a cargar contra la gente del andén para poder salir del vagón. Se plantan justo frente a la puerta e intentan entrar mientras la gente sale: al principio eran cuatro extranjeros maleducados para buscar asiento (no diré de dónde son, pero parece que es para lo único que tienen prisa), pero ahora lo hace todo el mundo.
Lo más gracioso es cuando, al empujarles para salir porque no se apartan, te llaman _maleducado_.