La puerta de Tannhauser

¡Eh, tú! Joven español de «clase media», mira a tu alrededor. Mira a tus padres, familiares y amigos de la llamada «clase media» de antaño, esos que hoy se gastan de 50 años para arriba. Míralos bien, estúdialos. Y ahora compara.

Compara... Compara lo que han conseguido en su vida. Han sido capaces de tener varios coches, el primero, quizá, cuando contaban con unos 25 años. Se independizaron y casaron también alrededor de los veintipocos años. Han sido capaces de pagar su casa que hoy tienen en propiedad, algunos hasta se cambiaron de casa varias veces. La mayoría tienen hijos y han sido capaces de darles una educación medianamente buena, muchas veces enviándoles a otras ciudades a estudiar, al extranjero, a clases particulares de inglés, de refuerzo de matemáticas, lengua, latín... Al mismo tiempo no han renunciado del todo a esas vacaciones, tanto individuales como con toda la familia en Peñíscola, Benicassim, Benidorm, hasta el extranjero... Y ahora, aunque mermada, a muchos les queda una buena pensión además de unos ahorros.

Y ahora mírate a ti mismo. Tienes treinta años y te consideras clase media en España. Mírate. Quizá tengas coche aunque le debas la mitad al banco. Vives de alquiler por una pasta porque de comprar la casa ni hablamos. Tienes novia —o novio— pero ni se te pasa por la cabeza casarte. Has viajado por España y por Europa bajo la ilusión de que te lo podías permitir  mejor que tus padres y conocidos de esa edad —ir Cuenca es para los pobres—, pero realmente, en el fondo, sabes que es porque el Euro ha hecho que todo sea más «barato» en el resto de Europa. Fictíciamente. Lo que ha pasado es que España se ha vuelto muy cara, pero al final lo que dices es que «te ha salido muy barato», sin pararte a pensar lo caro que te sale hoy día vivir en España.

Tienes trabajo, no te consideras afortunado del todo porque crees que en tu posición lo mantendrás, y que tienes muchas menos posibilidades de irte a la calle que los que no tienen estudios. Tu salario no está mal del todo, pero ni se asemeja, en poder adquisitivo, a aquél de los que hablábamos al principio. Pero tú te fijas en el numerito, que es lo que importa.

Y ahora piensa de nuevo en lo que tienes, pero sobre todo en lo que nunca podrás llegar a tener gracias a la sociedad en la que vives. Adormilada, pasota —mira las participaciones electorales—. Nunca tendrás en España las conciciones que han tenido esos otros. El aumento espectacular de la clase media entonces que hoy languidece. Es posible que no puedas llegar a permitirte la mitad de las cosas que se han podido permitir, confortablemente, los de la generación anterior.

Ésta es la España que queda y que probablemente alargará su sombra otros 10 años. No se va a recuperar el poder adquisitivo a corto plazo, y menos con la dirección que están tomando las cosas. Pero tú sigue considerándote joven afortunado de clase media.

Y ahora piensa qué estás haciendo tú para impedirlo.